Prefiero ir a Peleteiro* que ir a Hogwarts
Ver el último estreno, aburridísmo por cierto, de Harry Potter, me ha acabado de convencer de que no quiero ir a Hogwarts anymore
Cuando me aficioné a la saga con la primera película, la escuela de magia en la que los protagonistas se pasan la vida encerrados era un lugar deseable en el que te apetecía estar, un sitio al que llegabas en un tren de vapor y se armaban unas fiestas tremendas, todo era gratis y la diversión sólo la amagaban unos malos de chichinabo que no daban miedo
Pero a estas alturas la cosa ha cambiado lo que tú quieras. Algunas de las adaptaciones resultan más amenas que otras, las hay realmente buenas (no sé hasta qué punto son fieles a las novelas porque voy todavía por la tercera, soy un slow reader, slow eater, slow drinker) pero todas tienen una flaqueza en común: los directores han insistido en oscurecer de forma creciente los sucesivos episodios de la historia
Cada vez que aparece una nueva entrega, la opinión de los comentaristas siempre pasa en algún momento por la frase ‘en esta ocasión, el director Sheridan Shanonwelth nos presenta una cinta mucho más oscura, donde la figura del joven mago se aleja del enfoque infantil para situarse en un argumento de mayor complejidad, capaz de inquietar al espectador’. O algo parecido

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Pues bien, esta tendencia a la trama tétrica, favorecida por una parte del público y crítica convencida de que el exceso de colorido y de entretenimiento da como resultado un producto más simple y falto de interés, ha convertido a Hogwarts en un edificio de atmósfera gótica lleno de lánguidos que discurren por sus densos corredores a paso de domingo, donde los únicos que sonríen son los malos cuando coquetean con el terror psicológico para dar miedo, ahora de verdad
Ni siquiera las míticas escenas vivientes de los cuadros que decoran los muros del castillo se mueven ya, no sé si por falta de cuartos para pagar a los animadores o como parte de la estrategia de bajón general en todo lo tocante a Potter el mago gafota
Es decir, Hogwarths se ha convertido en el último lugar donde me apetecería estar, ha entrado en la categoría de los sótanos de la Mútua donde te hacen el reconocimiento de empresa. Sigo siendo un seguidor fiel del personaje de J.K. Rowling, pero no querría poner un pie en ese recinto siniestro que sales del cine pensando que si los chavales tienen una vida tan ruin mientras son estudiantes, se van a enterar cuando empiecen a trabajar
Joder, tío. ¿Te acuerdas de aquel apartamentito en el que vivía yo en Xeral Pardiñas? Daba al Patio del Peleteiro. Por las noches no me atrevía a asomarme por la ventana. Qué miedo, Gensanta!
neno, neno… ni a uno ni a otro… ni quiero ser jarripoter ni borjamarideloscojones… viva la enseñanza pública!!!! desde el IES de rianxo con amor….