Es 21 de Agosto. Lejos quedan ya el Mundial y el Gol de Villa ante Portugal que nos Dio el Pase a Cuartos y que fue Fuera de Juego
Esto era algo que estaba pensando hace un momento.
Y ahora hablaré de mi padre cantando.
En realidad debo empezar por la relación de mi padre con la música, la música pop. Una relación que, en principio, parece no existir. ¿Sabes el típico padre de un amigo que dices ‘al padre de Zorton le encanta la música clásica’? Pues ése es mi padre. No me quejo, porque gracias a su apego a lo antiguo he heredado una buena colección de vinilos del género, esos discos de grandes compositores que tú nunca comprarías. Y normal que no los compres, ojo, porque los tengo aquí delante mientras escribo y mira qué portadas les ponían, que quitan las ganas al aficionado más voluntarioso: un bodegón con dos frutas, un cuadro de El Greco, un señor de gafas que lee una partitura…Uff…¿Sabéis lo que os digo? :-s

Este disco no está diciendo 'cómprame'
No me quejo, pero siempre he echado en falta la presencia de pop en casa (salvo, que recuerde a vuelapluma, un recopilatorio de Supertramp, el Love Songs de Los Beatles, ambos en cassette, y puntuales canturreos de Our House de Madness). Y, sobre todo, me parecía una pena que él no disfrutase de un palo que ha ocupado la mayoría de los espacios del mundo por el que andamos. Hasta que descubrí que mi padre sí disfruta de la música de masas, pero lo hace a su manera.
Fue en la boda de mi prima María donde se me reveló la estrategia. Él se enfrenta a ese elemento externo que le resulta indiferente y lo hace suyo hasta crear algo nuevo, un producto propio y apasionado. Por no seguir dando vueltas: mi padre operiza el pop.
Recuerdo aquella boda como de gran contundencia en pinchos. Pinchos de alcance fácil que me volvieron de nuevo una criatura voraz a la caza de hartazgo rápido. Algo parecido a esto:
Entre traga y traga debo anotar la presencia allí ese día del popular Camarero que Sólo Tiene una Frase. Me acerqué a primera hora a pedirle un Albariño y contestó: una copa de blanco fresquito, por ahí va! Y cada vez que me servía repetía, palabra por palabra, la misma frase: una copa de blanco fresquito, por ahí va! A lo largo del tiempo de aperitivos oí de fondo, constante, su canción atendiendo a otros invitados: una copa de blanco fresquito, por ahí va! Se trataba, sin duda, de El Camarero que Sólo Tiene una Frase.
Llegó el momento del baile, con selección de Tomi y Mariano, y mi padre se dirigió al centro de la pista desde el principio, muy dispuesto como es habitual en él. Pero ¿de qué forma se enfrentaría a todo el pop que iba manando de los altavoces sin disimular su indiferencia o retirarse vencido por el aburrimiento? Pronto lo descubrí.
Dancing Queen, I Want to Break Free y otras cosas de antaño caían implacables mientras él dibujaba delicados círculos en su recorrido por la pista, a un trote casi ligero. Entre las muecas y caras manteadas del resto del personal, el rostro de mi padre permanecía plácido, y sus labios emitían un suave pero firme arrullo que llegaba hasta donde yo estaba sorteando el rugido ahogado de los borrachos.
Me acerqué a él.
Sonaba Me colé en una Fiesta de Mecano cuando llegué a su lado y, admirado, pude oír su grueso tono de barítono saliendo directo desde el diafragma, cantándome a mí y a quien supiese interpretar los golpecitos de batuta que daba al aire con la copa de gin tonic:
– Aaaallí meeeeee planté mmmyen tu fiesta mme coléeee, mmmCoca-cooooola para toooodos yaaalgo de comeeeeeeeer…
Y luego:
– Mmmdóndestá nnuestro erroooor sin solucióooooooooonnnn, fuiste tú el culpaaaaaableolo fui yooooooooooooo….
Y encadenó la siguiente:
-Mmnooo controoooles mi fooorma de vesti-hir mmporque eees toootaaaal…
Era ópera. No sé qué más quieres, pura ópera. Estiraba las vocales de los pulmones a la nariz, las sostenía y las proyectaba hacia una cúpula decorada con frescos que no existía. Es decir, cantaba ópera. Era inagotable como el Nabucco y flor de un día como Il Divo al mismo tiempo. 32 años de relación sin darme cuenta de que tenía abono de platea para ver esto.
Es cierto que los tratos entre música clásica y cultura pop están ya bien investigados y explotados (creo que, en España, los inició Plácido Domingo al protagonizar aquel anuncio de unos Bonos que emitía el Banco de Santander y que en su voz eran ‘los Bonooooooos del Santandeeeeeeeeeer’, no sé si alguien se acuerda) pero pocos proyectos poseen tanta frescura y permeabilidad de estilos como el suyo, situado en algún punto entre la risotada, la satisfacción personal y la búsqueda de la ovación.
Renovador incansable de repertorio, semanas después de la boda tuve la oportunidad de oírle mientras abría nuevas vías a la interpretación del folklore sonoro más reciente. En la cocina, cortando lonchas de jamón para la cena, preparaba la garganta y entonaba lleno de dignidad con el mentón erguido:
– Mmmmmporque tenía una mujeeer, mmqué dolor, mmmqué dolooor, deeeeennntro de un armaaaaario, mmqué dolor, mmmqué doloooooor…….
Así fue y aquí queda dicho.
vilque, me siento muy identificada con ese monstruo zampaperitivos!
Oye Vilque, no puedo estar menos de acuerdo con lo de las portadas de los discos de música clásica. De hecho, llevo una buena temporada implorando que alguien me regale esto y nadie tiene huevers…
http://www.gestalten.com/books/detail?id=ceaea7651adf9ba0011b2c6260da0233
Y esta portada de The Clientele, imitando un disco de música clásica, jua du yu sei?

Gracias,Marmoter! Mylodown,no sé por qué WordPress me ha pedido autorización para publicar tu comentario, si yo tengo configurado el pase libre.Cuando llegue a tierra firme veré esas portadas de las que me hablas, y si quieres te escaneo unas cuantas de mi colección heredada que rizan el pelo