¿Por qué está este meco así de asustado? ¿Ha pasado algo o es sólo que le han pintado mal los ojos? Ahora vamos a verlo…. Oye, pero no bajes aún para ver la otra imagen, espera a que cuente la historia, lee un poco que es un minuto!!

Hace unos años, mi hermano Mario encontró en un hueco de su piso alquilado una amplísima colección de Madelman (había Madelman médicos, esquimales, soldados, mimos, estudiantes de Forestales en Lugo y otros a los que no les dio la nota, todos nuevos y con los complementos intactos). Por cierto Mario, ¿qué ha sido de todo eso?¿ No lo íbamos a vender en un conocido portal de subastas online, es decir en eBay porque nos parece que el resto de portales aún no ofrece las suficientes garantías?

Tal vez para compensar ese negocio nunca cumplido, tiempo después me regaló este Madelman porteador que no sólo tiene que cargar con los bultos del hombre blanco, sino que además lleva encaramado un mono que se ríe de él y le incordia.

Lo que nunca había sabido era por qué el muñeco tenía esa cara de espanto hasta que el otro día, en uno de esos momentos en que te quedas mirando a un punto durante minutos  mientras en tu cerebro suena música lounge, le quité una bota como le podía haber quitado la otra y me encontré con esto:

Soy consciente de que muchos pensarán «vaya obviedad, claro que le falta un pie, como a tantos Madelman». A ellos les pido que no carguen contra mí su pesadumbre por el paso del tiempo. Nunca he jugado con Madelman. Soy posterior, he tenido la suerte de nacer en una época más cercana a Internet que a los coches de hojalata

– ¡Eso es mentira!

– Bueno, tal vez estoy exagerando. De hecho, una vez mi abuelo me fabricó un carro vaciando un calabacín e hizo las ruedas con una patata cruda para que tuviese algo con lo que distraerme en el pueblo. Se pasaba mucha hambre, en el pueblo, mucha hambre…