Faster #54
(Francisco Tiépano. Canto al Baño de la Oficina. Ed. Salorio. 1981)
Oye, ¿qué pasa últimamente que no te llama nadie, que sólo te llaman del 1004? Pues que han terminado las vacaciones y cada uno ha tirado por su lado, hacia su rutina, ya no interesan los demás, todos andan a lo suyo y tú el primero. Sólo te importan los demás en el trabajo, cuando te acercas a la becaria que te pide ayuda para hacer alguna cosa de Word -“¿tú sabes cómo se cambia el encabezado?”- y ya le sueltas la zarpa peluda encima de la suya en el ratón. ¿No ves que eso incomoda mucho? Es la escena clásica que utilizaban en el Telediario para hablar de acoso en las oficinas, que aparecía una joven administrativa haciendo la portada del informe con WordArt, y de repente un señor de bigote la agarraba los hombros y zoom-plano de su mano peluda sobre la delicada mano de ella en la mesa (cuidado con el bigotes!). Ahí te paras a base de bien, pero cuando se trata de los amigos de verdad, de los de “yo prefiero tener pocos amigos pero buenos” (¿pero eso lo has escogido tú o es que no te ha quedado más remedio?) no haces ni caso. La última vez que tuviste un detalle con ellos fue para invitarlos a darle a Me Gusta en Facebook a la empresa de software libre que ha puesto tu hermano con su compañero de facultad (que todo el mundo piensa que es su novio).
Y a uno le hiciste un CD para el coche.
Conste que este tiempo de otoño tiene lo suyo: vuelves a estar solo en tu habitación donde aún tienes el banderín de los Houston Rockets que en realidad nunca supiste nombrar ni a uno solo de sus jugadores y te daba igual el baloncesto, con todos esos proyectos que tienes sin ventilar, resintonizando la TDT y actualizando tu cuenta de Twitter para intentar ser el nuevo Miguel Noguera:
Chile con carne. Pero Chile el país, me refiero. Imagínate la movida. Chile cubierto de picadillo:
Mmmmm…
Yo en verano reconozco que no hago nada, soy un convidado de piedra, no participo, soy como esas personas a las que les preguntan por algo y dicen “no, cuéntalo tú, que lo cuentas mejor”. Este año estuve en la playa, de pie en la orilla viendo cómo las viejas nadaban a braza sin mojarse la cabeza y escalando por las rocas pero no con agilidad, sino apoyando las manos y buscando puntos de anclaje. ¿Sabes cuando te enfrentas a un paseo por las rocas de la playa pensando “soy un felino!” y llegas a un punto en que te das cuenta que a lo mejor te matas si no pones las manos pero no sabes dónde ponerlas porque pincha y tus movimientos titubeantes recuerdan a los tu madre al teclado cuando escribe un mail? Pues así estaba yo. Quise parecerme a Spider-Man y acabé pareciéndome al mimo de Spider-Man que hay en las Ramblas. Pero no pasa nada, es agosto.
¿Y tú? Tú a lo mejor estuviste de fin de semana en una casa rural intentando otra vez dominar a la naturaleza, eres el que va al campo dos días e intenta demostrar que conoce el lenguaje animal para llamar a los gatos –“tsk tsk tsk! pssssmiiiiichu, miiiiichu!”-. No me digas que no lo has hecho. Reconóceme que cuando saliste a fumar un cigarro y te dio un susto aquel gato practicaste el “tsk tsk tsk! pssssmiiiiichu, miiiiichu!” para ver si el animal te hacía caso. Y cuando ves que no funciona finges que no te importa para hacerte el interesante delante de nadie. Pero si estás solo, no pongas caras! Mejor vuelve dentro y sigue viendo la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos mientras piensas en otra cosa.
Por cierto, ¿sabes lo que se me ocurrió cuando me tragaba la ceremonia de apertura de los J.J.O.O.? Se me ocurrió que al comentarista le diese por hablar sin filtro justo en el momento en que desfilaban las delegaciones participantes.
En ese momento en que sus compañeros están soltando la mandanga de “Somalia es velocidad, Somalia es récord olímpico…” que saliese él a cantar verdades a micrófono abierto:
– Ahí llega Somalia! Somalia es…… Somalia es corrupción, enfermedades… Somalia es violencia y señores de la guerra… no se dejen engañar por las coloridas vestimentas de los representantes africanos, queridos espectadores, recuerden que siguen siendo países donde reina el caos y la injusticia, países que lo están pasando muy mal…
– Han entrado muy animados los deportistas de Armenia, a pesar del más que previsible fracaso que les aguarda… madre mía qué pintas llevan. En estas cosas, en el aspecto de la gente, en sus modas, es donde se nota de verdad el atraso de un país, ¿verdad compañeros? Mirad qué gafas…
– Y ahora desfila el abanderado de Samoa, Ronnan Speck, un gran deportista y un hombre…buff, un hombre que ha tenido problemas tremendos con la bebida y con el juego y que ahora mismo representa a un país que, sinceramente, pocos podrían señalar en el mapa. Yo no, desde luego…
Eh, eh, ahora que hablas de bebida, imagínate:
Una máquina expendedora de bebidas a la que ponen brazos y piernas. Ya le han puesto voz, ¿por qué no brazos también?
Oye…
El prototipo se desarrolla tanto que llega a tener todos los atributos humanos, la cosa da la vuelta y acaba siendo un comerciante fingiendo ser una máquina. Para fliparlo.
Bueno, vale ya con lo de Miguel Noguera, no? Y además traído por los pelos.
…………………
Vilque; Albert R. Broccoli ha sido, sin duda, el productor más sano de la historia del cine
– Eh, eso también es ponerse a imitar a Miguel Noguera.
– Hombre, es más a El Perich.
– En fin…
«Who the fuck is Noguera?!»
Non sei qué din de posthumor…
Pero cómo coño he podido perderme esta entrada??!! ES GRANDIOSA VIL-QUÉ!
Esta entrada está llena de referencias milodonesques
Chile con carne